Las protestas de los ciudadanos de Brasil por la celebración del Mundial de Fútbol ponen de manifiesto las desigualdades y los altos índices de pobreza en el gigante sudamericano y las carencias económicas, sociales y educativas de una buena parte de la población. El Mundial más caro de la historia le ha costado al país 10.000 millones de euros y la sombra de corrupción planea en las obras realizadas. Corrupción que también rodea a la FIFA, quien hace un gran negocio con este evento.