¿La avaricia sólo es cosa de ricos?

La avaricia es gran medida la culpable de que 1.000 millones de personas en el mundo pasen hambre, según la FAO, casi una de cada 7 personas en el planeta. A escala nacional, el afán de acumulación de riqueza evidenciado en los últimos años con la extendida especulación con la vivienda -que hizo a unos pocos muy ricos y a otros muchos creer que tenían un tesoro que se apreciaba cada día- está también detrás de la situación económica actual, con una de cada 5 personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza.

Sin embargo, cuando hablamos de este pecado capital no deberíamos llevarnos a engaño y pensar que es algo propio del opulento empresario iconografiado tantas veces con su frac, sombrero, bastón y puro. El afán de acumular por acumular, a costa del prójimo si es menester, se ha extendido también entre los “curritos”, olvidados ya los tiempos, parece ser, de solidaridad y fraternidad con el compañero de al lado. El hombre lobo para el hombre resurge con toda su crudeza en tiempos inciertos.

Y digo esto porque en los últimos días he sabido de casos que así lo constatan. Por ejemplo el de una empleada de una gran empresa española, que tras encontrarse un talonario de cheques restaurante – de estos engañabobos ya hablaremos en otra ocasión- osó a preguntar por la persona, compañera, propietaria del mismo. Los sabios consejos que recibió entre sus colegas fueron que se olvidara de buscar a la despistada y se los quedara, si total, nadie se iba a dar cuenta. El más honesto de ellos fue quien propuso que se los devolviera, pero que se arrancara unos pocos cheques en compensación. Finalmente, la halladora del “tesoro”  (valorado en 100 euros) encontró a su dueña y se lo entregó, ante la absoluta incredulidad de ésta, que debió pensar que todavía quedan panolis por el mundo.

Me reafirma en mis sospechas de que la avaricia, antes cosa de ricos riquísimos, se ha convertido también en algo propio de gente de a pie, que, pese a no tener problemas para llegar a fin de mes, se muestra ávida por tener  un poco más para consumir (móviles, cenas, peelings, masajes, qué se yo..) un reportaje que vi ayer de pasada en las noticias de tv. Se trataba de un estudio que pretendía medir la honestidad de los españoles haciendo creer a las inocentes cobayas que la cartera, con el dni de su propietario, que se habían encontrado en el suelo estaba ahí por azar, mientras un despiadado cámara grababa su reacción… El resultado del bochornoso sondeo concluyó que solo un 30% de los “encuestados” entregaba la cartera a la policía…

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