Durante un tiempo lo seguí de cerca aunque la verdad es que no sabía en qué había quedado el asunto. Esta semana me ha sorprendido gratamente que el grupo Asia Pulp & Paper (APP), la tercera papelera más importante del mundo, haya anunciado su decisión de dar un giro de 180 grados a su deficiente política medioambiental y haya definido una estrategia de sostenibilidad para los próximos años.
“Mapa de Ruta para la Sostenibilidad 2020” lo llama la multinacional, en el foco de Greenpeace en los últimos años por deforestar los bosques naturales de Indonesia y amenazar la supervivencia de especies en peligro de extinción, como el tigre de Sumatra. Para ese año todos sus proveedores tendrán que poseer un certificado de gestión forestal responsable creíble. Como primeros pasos hacia su compromiso con el medio ambiente y los derechos de las comunidades indígenas, APP ha firmado los principios internacionales de los Bosques de Alto Valor de Conservación y ha suspendido las talas de bosque natural en sus instalaciones.
El cambio de estrategia empresarial de la poderosa papelera obedece a las presiones ejercidas desde Greenpeace Internacional, cuyos investigadores visitaron varias veces a lo largo de 2011 la planta de celulosa más grande de Indonesia y tomaron muestras de las maderas que estaban utilizando, confirmándose sus peores sospechas.
La campaña global de denuncia puesta en marcha por parte de la ONG ecologista implicó asimismo a otras conocidas transnacionales que consumían papel de APP -como Nestlé, Adidas o Mattel- que ante las evidencias aportadas por Greenpeace y el daño que estaba suponiendo para su reputación la vinculación con este escándalo suspendieron las compras a este proveedor.
Con este caso, una vez más se pone de manifiesto el papel fundamental que desempeñan las organizaciones de la sociedad civil para lograr un mundo más justo y sostenible.