Tenía ganas de visitarlo desde que en el arboreto Luis Ceballos, de El Escorial, me informaron sobre su existencia. Resulta que resguardado en un monte de la Sierra de Guadarrama, cerca de Rascafría, se encuentra el árbol más viejo de la comunidad de Madrid y uno de los más longevos de la península. Jamás me hubiera imaginado que a unos 45 km de casa, seis de ellos a pie, pudiera esconderse un ejemplar único (qué poco sabemos de las cosas verdaderamente interesantes).
Tras cruzar el arroyo de Barondillo al final de una pista forestal ascendente, se encuentra desde hace entre 1500 y 1800 años el tejo del mismo nombre, el ser vivo más anciano de la región. Un árbol legendario, o legendaria, ya que es un tejo femenino, de tronco fibroso, como si estuviera en permanente contorsión. Imponente, pese a la huella del tiempo, dominando entre otros de su especie que le han acompañado durante siglos, en ese fresco emplazamiento del Valle de Lozoya, a 1600 metros de altitud, resguardados entre altos pinos.
Enigmática especie el tejo, símbolo desde tiempos inmemorables de eternidad, al que se le han atribuido poderes mágicos y no pocas leyendas, relacionadas tanto con sus propiedades curativas como con su toxicidad, lo que le ha permitido en parte “defenderse” del hombre, a pesar de lo apreciada que es su madera. Hoy su corteza se emplea en tratamientos contra el cáncer.
Todo un descubrimiento. Un link para el que sienta curiosidad por verlo