Mientras en España, un país con marca y todo, un ejemplo de ética y compromiso con los administrados como Francisco Camps da lecciones de responsabilidad social en la política -todo hace indicar que el próximo año la estrella invitada a tan eminente foro será la ílustre Andrea Fabra- llama la atención una iniciativa ciudadana en Senegal que apela precisamente a eso, a la responsabilidad de la clase política así como la de los ciudadanos para que actúen como tales.
Todo arrancó hace algo más de un año cuando el parlamento de este país africano intentó sacar adelante una reforma constitucional para perpetuar en el poder al expresidente Abdoulaye Wade, que llevaba ya 12 años como máximo mandatario.
Una concentración masiva de ciudadanos contra la reforma constitucional junto a la Asamblea Nacional logró que se retirara la propuesta. De ella nació el movimiento Y’en a Marre, contrario al régimen wadista, origen de una serie de movilizaciones -que costaron la vida a varios manifestantes- que fructificaron en la victoria electoral de Macky Sall en marzo de este año.
Y’en a Marre interpeló durante la campaña a la responsabilidad, tanto de gobernantes como de individuos, para construir una sociedad donde reinasen los valores cívicos. Así, dieron forma al Nuevo Tipo de Senegalés (NTS), un decálogo de normas que pueden resultar inocentes como “yo pagaré mis impuestos”, “no malgastaré el agua”, “respetaré el trabajo del prójimo”, etc..
Este colectivo invitó a los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, en el mismo lugar donde empezaron sus reivindicaciones, a realizar el juramento simbólico de un código similar: el Nuevo Tipo de Diputado (NTD), un código ético para sus representantes que proclama: “Soy un nuevo tipo de diputado, yo trabajo. Soy un NTD, la República se antepone a mi partido; soy un NTD, soy esclavo de las necesidades de la población; soy un NTD, me esfuerzo para ser el garante de la democracia y el buen gobierno; soy un NTD, velo por la separación de poderes, la salvaguarda y el fortalecimiento de las instituciones o soy un NTD, lucho contra la corrupción…”, entre otros principios.
Resultará ingenuo sí, pero dado el grado de desfachatez generalizada, no estaría mal ver a nuestros políticos, en la plaza pública, comprometerse ante los ciudadanos a realizar la función para las que han sido elegidos, es decir, procurar el bien común, y no el suyo propio, el de sus familiares y allegados, o el de su partido. Y que, como los senegaleses, los ciudadanos españoles nos comprometiéramos asimismo con el devenir de nuestra sociedad, a ejercer nuestras responsabilidades como tales, más allá de deposítar en una urna un voto cada cuatro años para después olvidarnos de la cosa pública o solo quejarnos de cómo van las cosas.
Fuente: Diagonal