Entre el maremágnum de ideas peregrinas que copan los medios de comunicación en estos días confusos, lanzadas con calculada premeditación por quienes sacan ventaja de un mundo patas arriba (cargos públicos negligentes a los mandos de Hacienda, jueces diligentes expulsados por atacar la corrupción, políticos que piden austeridad mientras se cubren -y encubren- de privilegios, etc), entre este cúmulo de despropósitos, decía, se agradece leer en un periódico una voz clarividente, sensata, que trata de explicar la realidad en lugar de distorsionarla
La Contra de La Vanguardia cerró el mes de este febrero bisiesto con una magnífica entrevista a Nancy Fraser, filósofa norteamericana profesora de la Nueva Escuela de Investigación Social, defensora de la justicia social. Fraser viene a explicar cómo, incluso antes de esta época de recotes, el modelo económico que hemos seguido sin rechistar en los últimos tiempos nos ha conducido a la pérdida de derechos laborales. Como bien dice “cada vez que un norteamericano compra en Wall Mart un producto chino está rebajando su salario”.
Parece obvio: si compramos artículos procedentes de países con legislaciones laborales laxas y por tanto con mejores precios en el mercado fomentamos el cierre de fábricas o su tralsado hacia éstos, donde el coste de la mano de obra es menor. Siguiendo la secuencia lógica, los derechos laborales de unos y otros tenderán a igualarse. Y lo harán a la baja, porque los intereses del capital doblegan la voluntad de los gobiernos.
El análisis de la profesora Fraser reafirma en sus convicciones a quienes pensamos que el consumo responsable es una herramienta útil (entre otras varias) para transformar el actual sistema decadente, ya sea boicoteando los productos y marcas de empresas que llevan a cabo malas prácticas, favoreciendo a las que mejor se comportan o acudiendo a mercados alternativos (como la agricultura biológica o el Comercio Justo).
Sin consumidores responsables no habrá empresas responsables, igual que sin ciudadanos exigentes, que demanden servicios públicos de calidad y una redistribución justa de la riqueza, seguirán existiendo gobiernos que permiten los paraísos fiscales y otras prebendas a las grandes fortunas, mientras recortan derechos y exprimen cada vez más a una población obediente, a la que engañan diciendo que no hay otra solución. Ya saben aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad… En definitiva, les recomiendo que lean la entrevista.