Hace unos días la por sus rankings mundialmente conocida revista Fortune, publicaba “The World´s Most Admired Companies”, lista en la que figuran 350 grandes compañías de 57 sectores. La prensa económica española se hizo eco del ascenso de Telefónica al primer puesto entre las 16 “telecos” analizadas.
Para elaborar dicho ínidice, muy apreciado por las empresas posicionadas en lo más alto debido a la repercusión que alcanza y el bonus en reputación corporativa que supone, se tienen en cuenta nueve categorías. La multinacional española obtuvo la mejor valoración en cinco, entre ellas la de RSC. Además, se situó segunda en gestión de recursos humanos.
Aun sabiendo que estos resultados se obtienen a partir de encuestas realizadas a ejecutivos y analistas financieros, sin contar con otros partícipes como empleados o clientes, y por tanto los criterios netamente económicos son los que más pesan en las valoraciones, no deja de sorprender que Telefónica haya logrado tan altas puntuaciones en los apartados de gestión de RSC y RRHH a lo largo del pasado ejercicio.
Recordemos que, en 2011, la compañía que preside César Alierta puso en marcha un ERE para el 25% de su plantilla –8.500 empleados– pese a obtener los mayores beneficios de su historia. (Por cierto la imagen del número tres de la compañía jugando a los marcianitos en la junta donde se abordaba este asunto no tiene desperdicio). Poco después se conocía que los tres máximos directivos -uno de ellos el los marcianitos- se habían subido el sueldo medio millón de euros cada uno, hasta los 14,54 millones.
También en 2011, Telefónica renovó a Iñaki Urdangarin por cinco años como consejero de su división internacional, ya conocida la imputación de su socio en el Instituto Noos en la escandalosa trama de apropiación de fondos públicos y evasión fiscal, y existiendo claros indicios de que el representante de la firma en Estados Unidos había participado en la trama, o -vaya la presunción de inocencia por delante- como mínimo la conocía.
Da la sensación de que algo falla cuando uno de los rankings más extendidos y utilizados para medir la reputación de una compañía, pese a lo comentado, arroja estos resultados. O será que la visión desde las cúpulas directivas difiere demasiado de la que se percibe a pie de calle.