El voluntariado corporativo es una de las políticas de Responsabilidad Social más comunes en nuestro país. En un informe de Adecco casi la mitad de los directores de Recursos Humanos de 150 empresas aseguraba impulsaría estas prácticas entre los empleados en 2014. Más allá de las acciones puntuales con una determinada causa en los denominados días de la solidaridad que tienen lugar en muchas empresas, algunas de ellas empiezan a fomentar el trabajo voluntario de sus empleados de una forma más continua.
Las empresas, además de una forma de involucrarse con la sociedad, encuentran en el voluntariado una forma de motivar a los empleados, facilitando su implicación en los problemas sociales, culturales o medioambientales, lo cual puede contribuir a aumentar el orgullo de pertenencia a la compañía y, por tanto, su lealtad y compromiso con la misma.
Según la Fundación Empresa y Sociedad, al 85% de los empleados les gustaría participar en la acción social de su empresa, y más de la mitad de los trabajadores están a favor de que sus empresas colaboren con proyectos sociales.
Ente las fórmulas más habituales de voluntariado corporativo, y tal vez las más útiles para sus beneficiarios, se encuentran el voluntariado profesional o la cesión de capital humano, donde la actividad de voluntariado es la misma que el empleado realiza en su puesto de trabajo. Algunas empresas lo incorporan a su catálogo de servicios dentro de su estrategia de RSC, y los prestan de forma gratuita o a precios simbólicos. Son los llamados servicios pro-bono, que normalmente se ofrecen en los sectores de consultoría y auditoría, ingeniería o despachos jurídicos.
Además, hay que decirlo, la política de voluntariado corporativo, como otras prácticas de RSC, cuando se da a conocer, contribuye a mejorar la reputación e imagen pública de la empresa. Para ello es fundamental elegir bien la entidad, normalmente una ONG, por medio de la cual se articula la colaboración voluntaria. No es extraño ver a reputadas empresas que para llevar a cabo determinados proyectos sociales se alían con ONG que realizan prácticas sino ilícitas al menos carentes de ética, con la consiguiente pérdida de credibilidad y reputación.
Por tanto, el voluntariado corporativo, bien planificado, en la que se definan bien los objetivos y se ejecute adecuadamente beneficia a todos los actores implicados. Es beneficioso para sus destinatarios finales (colectivos desfavorecidos, grupos sociales a los que se procura un servicio o bien que antes no existía, etc…) . Por su parte, la empresa consigue esa mejora en la sociedad que perseguía y que repercute asimismo de forma positiva en sus recursos humanos además de en su imagen pública. Por último, los empleados, encuentran en su propio puesto de trabajo el mejor canal para colaborar con causas solidarias.